Sexo en las novelas Young Adult


El motivo que me ha llevado a abrir un blog en un momento en que todo el mundo opta por otro tipo de redes no es otro que desahogarme en el proceso de escritura-exorcismo de mi novela. 

Llevo año y medio con ella y me está chupando la vida cual dementor, aunque debo decir que es la mejor enseñanza de escritura que he tenido hasta el momento. No es la primera novela que escribo, pero sí la primera que me tomo un poco "en serio" y que me atrapa de esta manera. Será la edad.

Hoy voy a dedicarme a hablar de una de las cuestiones que más me ha perturbado y me perturba durante la escritura, y que resumiré como: ¡Señora, Dios mío, hay sexo en mi novela de fantasía juvenil!

Como no quiero escandalizar a nadie en mi primera entrada, si es que llega algún lector a mí con los algoritmos del Internet que ignoro completamente y me interesan tirando a cero, abordaré tres cuestiones:
1. ¿Hay sexo en la narrativa juvenil?
2. ¿Hay sexo en mi novela?
3. ¿Es mi novela apta para eso que ahora llaman Young Adult?

Empecemos, pues.

 ¿Hay sexo en la narrativa juvenil?

Esto es un abrazo de amigos sin intenciones oscuras

Bueno, esta es una pregunta con trampa, porque primero habría que definir qué es la narrativa juvenil y eso daría para una tesis doctoral. Como no es mi cometido, y Google es amigo de quien tenga semejante duda existencial, diré que desde mi punto de vista "narrativa juvenil" es lo que los americanos llaman "Young Adult" y que como su propio nombre indica, se dirige a "jóvenes adultos", que se sitúan entre los 12 y los 18 años.

¿Es un ser humano de 12 años un adulto? Definitivamente, no.
¿Puede leer las mismas cosas que un "adulto-hecho-y-derecho", si es que tal cosa existe? Definitivamente, sí.

La distinción de tramos vitales es un asunto que viene de lejos. Generalmente el interés en delimitar edades no atendía a cosas tan poco influyentes para el mundo práctico como la literatura, sino a cuestiones más mundanas. Un señor tiene una hija y quiere casarla, y tiene que saber a qué edad puede hacerlo. Un chaval tiene una enfermedad mortal, pero resulta que es propietario de una gran extensión de tierras, y quiere saber si puede testar. Un niño comete un delito, y es necesario determinar si entiende y quiere cometerlo o si no sabe lo que hace. Hay una guerra, y los hombres mueren a puñados, así que necesitamos saber si esos niños rubios de angelicales miradas pueden ya sostener un arma o son todavía demasiado jóvenes. 

El progreso social, económico y de todo tipo ha venido con una nueva concepción de la infancia que tiene en cuenta conceptos modernos, derechos de los niños, procesos de maduración... Y en todo este caos nos encontramos nosotros, los escritores o proyectos de escritores, intentando entender qué narices está pasando.

Nunca antes ha existido algo llamado "YA", ni "narrativa juvenil", así que, por decirlo de algún modo, estamos "abriendo el camino". La pregunta es: ¿Qué camino queremos abrir? ¿Tiene sentido, tal vez, que exista un camino? Si ha de existir, ¿habrá violencia en ese camino? (esto lo abordaré en otro post) 
¿Habrá sexo en ese camino?

Yo creo que sí. Ese camino ha empezado y observo con sorpresa como en una parte enorme de la YA no hay sexo. Nada. Cero. Directamente, es un tabú. No es que algunas historias lo tengan y otras no, que sería lo normal. Es que su ausencia llama la atención, como ese olor a huevo podrido que le ponen al gas para que la gente lo note.

¿Quiere decir esto que toda novela debe incluirlo? No. Si lo metes por meterlo, la historia se verá forzada, del mismo modo que si metes por meter un dragón de tres cabezas. A todos nos encanta un dragón tricéfalo, pero definitivamente, no siempre debe estar. Lo mismo pasa con el sexo. 

Sin embargo, si la historia lo pide, si los personajes lo quieren, si todo lleva a ello y además conecta con la trama y con el desarrollo de los personajes (que son adolescentes y resulta que crecen en todo, menos en ese aspecto) entonces tienes que meterlo. Y no pasa nada. Los adolescentes no son niños. No les importa, ni les traumatiza, ni les escandaliza leer una escena sexual adecuada a su registro (sutil, sin flipadas, poco explícita; un ejemplo de ella: "Bajo la misma estrella"). 

Y si no quieren leerla, pueden cerrar el libro, igual que si no quieren leer sobre un dragón tricéfalo. La historia es la que es, y no puede ni debe mutilarse para que la acepte un padre conservador de 50 años que lee la bolsa mientras cubre la quiniela durante el desayuno.

Si tu historia debe pasar el filtro de ese padre, entonces no será fresca. La historia tiene que gustarle a su hija, que lee hasta las tres de la mañana debajo de la manta. O a su hermano, que se lleva al libro al baño para aprovechar cada segundo. Si a ellos les engancha, si sueñan con ella, si quieren seguir leyendo, entonces está bien. Aunque su padre frunza el ceño 

(nadie debería fruncir el ceño ante un chaval leyendo. Salvo si está leyendo After. Entonces puedes fruncir el ceño duramente).


¿Hay sexo en mi novela?

Kenshin y Tomoe dándose amorcito


Una se sienta a escribir su novela de fantasía, con sus 30 años y la adolescencia un poquito atrás, y de pronto se da cuenta de que su protagonista de 16 años está metido en una subtrama romántica. La subtrama avanza, parece que se gustan, y empiezan las dudas. 
Un besito, vale, está bien.
Unas manos agarradas, bien, nos vale.
Un morreo, bueno. Venga, ponlo. No creo que la monja que me castigaba por leer Jane Eyre llegue a verlo. 

¿Y ahora, qué pasa?
Una parte de tu mente dice "por Dios, tienen 16 años, son críos, déjalo estar y que la imaginación perversa de tus lectores haga lo que quiera, pero no escribas más". Pero otra, que todavía recuerda a la lectora de 14, dice "¿pero qué me estás contando? Esos dos quieren tener su primera vez y lo habrían hecho si tú, narradora petarda, no tuvieses complejo de madre sobreprotectora, así que déjalos en paz o todo sonará falso". 

Así que te debates entre meter esa escena sutil pero real, te debates entre si tus personajes serán demasiado jóvenes, o si algún día una editorial te dará una patada en el culo por pretender colar como juvenil algo que tiene sexo, aunque sea suave y refinado, delicado y poco explícito, más metafórico que carnal. 

Sin embargo, al final das un puñetazo sobre la mesa. ¿Por qué algunas historias como After son tan populares entre los adolescentes, si no son ni literatura? Muy fácil. Porque tienen rasgos de lo que muchos adolescentes quieren leer. Pero son una mierda. E incitan a la violencia de género. Y promueven relaciones violentas, dominación, machismo. 

Debemos construir una literatura juvenil-adolescente, YA o como se le llame, que llegue a los chavales. En el plano fantástico, que es el que a mí me gusta, lo que yo escribo, esto es así. Una literatura buena, con tramas complejas (aprendamos de los animes japoneses, hasta los shonen son más adultos que la mayor parte de los productos occidentales), con personajes redondos, con elementos atractivos (buena historia, acción, diálogos reales, intensidad dramática, y también, si escribes fantasía épica, cierta dosis de violencia si la pide la trama) y, si viene al caso, si no es un pegote, sexo. No como un elemento necesario, pero sí importante, sobre todo si tus personajes se hacen adultos paso a paso, a través del dolor, de la adversidad, de la amistad y del amor.


¿Es mi novela apta para lo que ahora llaman YA?

Kvothe y cierta señorita cuyo nombre no spoilearé
Autora: Marta Theart (Marta Montell)

Pues no lo sé. Me gustaría creer que sí, pero uno de mis protagonistas tiene 16 años y dice muchas veces "mierda" y "joder". También tiene sexo una vez, con ternura y sutilidad, pero sé que puede ser suficiente como para que sea tachada de adulta. Además, está la violencia. Pero es que el contexto de mi historia es una guerra entre dos países. La violencia es intrínseca a la trama.
¿Cuál es el problema? ¿No puedes simplemente escribir lo que te de la gana?

Sí y no. Sí, si partes de la base de que no te va a leer nadie ni vas a pinchar nada en ninguna editorial. Si partes de esa premisa, que probablemente sea la más realista, escribe lo que quieras. Puedes ambientar tu novela en un mundo de hojas de coliflor y que la trama principal sea las relaciones sexuales entre dos caracoles hermafroditas. Total, nadie te va a leer, haz lo que te de la gana. Pero la mayoría tenemos ilusiones, es así. Escribimos soñando que nos lea alguien más que nuestra madre.

Una novela YA que "se pasa" es una novela adulta de fantasía que "no llega", sobre todo en un género en el que, de un tiempo a esta parte, se ha puesto de moda el grimdark, la violencia extrema y el sexo sin límites en cada capítulo. La juvenil se ha convertido, entonces, en el "refugio" de muchos puristas que quieren seguir aferrándose a la narrativa romántico-épica de un Tolkien que no se tocó el sexo en ESDLA ni por casualidad. Todo ello, al final, a costa de privar a la juvenil de un elemento muy interesante y que, ajustado a la edad del público objetivo, puede dar a una historia buena una chispa más, un poco de alegría y de realismo. 

Conclusión: No la hay. 
Me gustaría decir que he encontrado la solución, pero no. 
Sé, porque no soy una ilusa, que al final mi novela será para adultos. Aunque la trama, la voz narrativa, el tema de fondo, el desarrollo de los personajes y los problemas que afrontan sean más atractivos para un adolescente que para una persona adulta. 
Los criterios editoriales mandan.
Al final, si tienes la suerte de que alguien te publique, todo lo demás se olvida. 

Pero, mientras tanto, me quejaré un poco más.


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